ETAPA 9

23 de septiembre de 2020


ETAPA 9

ALTURA - VALENCIA

65,40 km.



Los móviles se ponen en marcha en el día de las emociones encontradas. La agradable sensación de alegría por poder finalizar este precioso viaje y la tristeza por no poder seguir disfrutando de esta apasionante aventura. Todo comienzo tiene un final y hoy vamos a descubrirlo.

La reordenación de las alforjas ya no requiere tanto empeño. Queda todo guardado excepto una impoluta equipación ciclista, los vikingos vuelven a aparecer para conquistar Valencia. No iba a ser el Cid el único en hacerlo.

Un relajado desayuno en el Hostal Victoria precede a la preparación de las bicicletas para su última etapa. Hasta ahora, las tres máquinas han cumplido perfectamente. Pero aún tenemos que cubrir una distancia aproximada a los 70 kilómetros y cualquier cosa podemos encontrarnos.





Frente al Hostal, y bordeando la piscina municipal, cogemos de nuevo la Vía Verde de los Ojos Negros, continuando el desnivel descendente. Seguimos disfrutando de algunos taludes, viaductos, puentes y túneles, con unos paisajes que ayudan a entretenernos. A los diez kilómetros, y en las proximidades de Soneja, llegamos hasta la autovía A-23. Unos terrenos de extracción de áridos y unos humedales artificiales desmerecen los fantásticos paisajes que llevamos observando. 

Cuando dejamos atrás esta zona minera, el paisaje mejora y volvemos a disfrutar de todas las infraestructuras ferroviarias. Pero esta Vía se acaba al llegar a la localidad de Algimia de Alfara. Tenemos que decir adiós a la Vía Verde de los Ojos Negros. Creo que nos llevamos un gran recuerdo. 

A partir de ahora, el Camino discurre por campos de cultivo donde los naranjos, limoneros y las granadas están presente. Por pequeños caminos asfaltados vamos sorteando fincas y pasamos por localidades como Torres Torres hasta que llegamos a Sagunto.


Además de todo esto ocupó Murviedro;
ya veía mío Cid que Dios le iba sonriendo.
Dentro de Valencia no es pequeño el miedo.
Versos 1095 y ss. CMC.


Sagunto es la antigua Murviedro citada en el Cantar. Murviedro es la castellanización de Murbaytar, el topónimo  con que fue bautizada por Tariq y sus hombres al asentarse allí, y que todavía se conserva en el nombre de su comarca: "Camp de Morverdre".


La gran fortaleza que contemplamos en lo alto del monte fue conquistada por el Cid en el año 1093. A otro lado, la visión de un horizonte plateado del Mediterráneo nos sube más el ánimo. Se palpa la alegría y las ganas de llegar a Valencia. Hacemos una merecida parada en una pastelería para tomar café y bollo antes de continuar.




Salir de Sagunto es un poco complicado por el tráfico existente. Rotondas y semáforos nos acompañan hasta salir de la localidad y entrar en el Carril de Lliria que nos va llevando hacia las localidades cercanas a Valencia, debiendo atravesar las autovías A-23, AP-7 y la V-21. El paisaje cambia. Ya no hay bosques, ni valles, ni viaductos y túneles. Es el precio que se paga para llegar a una gran urbe.
 



Poco a poco llegamos a Puçol, habiendo mantenido el recorrido marcado por los track de los gps. Pero, a partir de este pueblo, vamos a dejar momentáneamente la propuestas del gps, la cual nos haría rodear pequeñas poblaciones, y optamos por el camino más recto, la Vía Verde de la Xurra.  


Vía Verde de la Xurra


Un largo y rectilíneo camino pavimentado de color rojo nos lleva junto a plantaciones de naranjas y granadas. La continuación de esta Vía se nos presenta en forma de carriles-bici que nos hacen pasar, entre múltiples rotondas y cruces, por localidades como Rafelbuñol, Puebla de Farnals, Masamagrell, Museros y Meliana, donde paramos a tomar un plátano antes de llegar a nuestro destino. El viaje se acaba, no hay esfuerzo en el pedaleo y los kilómetros se siguen sucediendo.

Al poco de pasar el municipio de Alboraya, salimos a una gran rotonda junto a la Universidad Politécnica. Estamos en Valencia. Ya se nota el tráfico y la gran cantidad de personas por las calles. El punto y final de este viaje es la Playa de la Malvarrosa, pero antes intentamos que nos sellen nuestros salvoconductos en un hostal próximo que dispone del sello oficial del Consorcio. Está cerrado y decidimos dejar el sellado para más tarde. Continuamos hacia la playa.

Qué grande es la alegría que corre por el lugar,
cuando mío Cid ganó Valencia y entró en la ciudad.
Los que iban a pie, caballeros se hacen;
el oro y la plata, ¿Quién os lo podría contar?
Versos 1211 y ss del Cantar del Mío Cid


El punto que decidimos para inmortalizar la llegada a Valencia es la Estación de tren de  VALENCIA CABANYAL. Y sí, lleva razón el Cantar al referirse a " la alegría que corre por este lugar", aunque yo diría "que por nuestras venas". El rótulo de la Estación es un simple símbolo que culmina nuestro viaje. 






Valencia, denominada Valencia del Cid, "Balansiya Ibn Saíd" en árabe, fue conquista por el Cid en el año 1904 tras un duro asedio de seis meses. Allí murió Don Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador, como señor o príncipe de la ciudad, el 10 de julio de 1099.

Si el Cid mantuvo el asedio de Valencia durante seis mesesestos humildes ciclistas con sus ropas vikingas lo han conseguido en 9 días saliendo desde Vivar, la localidad natal de Rodrigo Díaz.

Pero el Camino no termina aquí, hay que culminarlo, ponerle la guinda y llevarnos un recuerdo imborrable a nuestras casas. El viaje terminará cuando bajemos de los sillines de nuestras bicicletas y sumerjamos los cuerpos en las aguas del Mar Mediterráneo. Y será en ese momento, y no antes, cuando el Camino del Cid habrá terminado.

Por lo tanto, toca pedalear un poco más por las calles de Valencia hasta que llegamos a la Playa de la Malvarrosa, la  inmensa y solitaria extensión de arena fina y dorada nos  separa de las azules y tranquilas aguas del Mar Mediterráneo. Pero todo llegará, ahora toca llegar hasta el Restaurante "El Bobo" para cerrar el viaje y esperar la llegada de nuestra salvación en el transporte de vuelta en forma de un generoso  compañero que, desde Madrid, va a venir a buscarnos y que vale su peso en oro, Jose "Camuñas para los amigos",.






Reservamos mesa junto a la playa y dejamos las bicicletas al cuidado de uno de los camareros. Los aseos del Restaurante "El Bobo" nos valen como vestuarios para cambiar los atuendos ciclistas por ropa playera. Aparece Camu, la playa casi vacía, el mar es una balsa, cielo azul y 30 grados de temperatura. Hay que poner la guinda al viaje. Euforia, abrazos, el agua nos espera pero hay que brindar por lo que acabamos de conseguir. 



 
¿Cómo explicar el placer que se siente al sumergirte en estas templadas aguas? Y no lo digo por el baño en sí, sino por lo que representa este baño. Se me humedecen los ojos y no es del mar. Desde que empecé a pensar en hacer este viaje, mi mente se iba a este momento tan especial. Es el premio a un maravillosos viaje que nos ha traído desde la provincia de Burgos a Valencia, pasando por las provincias de Soria, Guadalajara, Teruel y Castellón.

Dentro del agua se me repiten infinidad de imágenes y momentos vividos a lo largo de estos 9-10 días. Tanto esfuerzo, madrugones, luchando contra el frío, el viento, el agua y el calor. Y tener la certeza, porque el agua del Mediterráneo me lo confirma, de que este Camino ya se ha acabado. ¡Cómo no seguir haciendo fotos para llevarnos de recuerdo!. Aunque los mejores recuerdos quedarán siempre en nuestros pensamientos.





Cuesta salir del agua, la temperatura es muy placentera. Las correspondientes llamadas de teléfono a nuestras familias y nos vamos a la terraza del Restaurante a seguir festejando nuestra hazaña con unas muy frías cervezas. ¿El Cid haría lo mismo con agua-miel?




No podía faltar una suculenta paella para rematar este gran día. Prolongamos este momento, los cuerpos y las mentes ya están relajados. Ya no hay que pensar en volver a subirnos sobre las bicicletas, ni qué itinerario será mejor para proteger la espalda de Antonio, ni hablar de grandes kilometrajes y fuertes desniveles positivos. Todo ha quedado para la historia y ahora estamos consumiendo los últimos momentos en la Playa de la Malvarrosa.

Con la ropa amontonada en las alforjas, decimos adiós al Mediterráneo y nos dirigimos hacia el estacionamiento donde nos espera Camu para acoplar las bicicletas en el coche y despedirnos de Valencia. 





Antes de abandonar la ciudad, decidimos buscar un hotel con el sello oficial del Consorcio del Camino del Cid para tener el recuerdo en los salvoconductos. El tráfico de Valencia nos retrasa y tardamos un poco en salir a la carretera para regresar a Madrid.

En unas horas llegaremos a casa y volveremos con nuestras familias. Las rutinas nos esperan pero el recuerdo de este viaje y de lo que hemos conseguido hacer perdurará en nuestras cabezas. Un viaje que nos ha llevado desde el pueblo natal de Rodrigo Díaz, Vivar del Cid (su fecha de nacimiento es desconocida) hasta la localidad que conquistó y donde falleció el 10 de julio de 1099, Valencia.

Si alguno está interesado en conocer la historia de este héroe-villano, solamente tiene que hacer click aquí.

Este viaje ha terminado, el Camino del Cid ya es historia
¿Pensamos en el siguiente?


 
¡Se acabó!





DATOS DEL RECORRIDO:




PERFIL ALTIMÉTRICO




PLANO DE LA ETAPA



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